Thursday, November 30, 2006

Y quien tiene la culpa?


Un poco de historia conflictiva del Paraguay, la que nos olvidamos, o no nos quieren contar...

Me nace la necesidad de escribir esta nota para responder a una pregunta casi ontologica que nos hacemos los paraguayos al querer buscar en la historia por qué somos supuestamente tan antipatriotas, donde y cuando se perdió ese amor al país, y si es posible, quiénes son los reales culpables de que admiremos la supuesta fuerza de nacionalidad en nuestros vecinos y cuestionemos la nuestra. Fuerza de nacionalidad que solo la sentimos cuando nos ponemos la albirroja, pero que se nos escapa ante cualquier exigencia individual de la patria.

Algunos siguen diciendo que fuimos un antojo del Dr Francia quién nos separó de la congregación de provincias arrodilladas ante Buenos Aires. No en vano Rosas nos llamó provincia hasta finales del 1850. Debíamos ser argentinos? Si leemos esto desde Asunción y su área de influencia cultural, probablemente diríamos que sí. Si estamos en CDE o en la otra punta, en Fte Olimpo, lo más probable es que rechazáramos enérgicamente esa opción y querríamos ser brasileños, como se nota, todo define el lugar histórico y el momento geográfico. Esa es la paranoia ontológica de los países pequeños, rodeados por potencias regionales, y potencias en todos los sentidos: militar, económico, político, cultural y hasta religioso. Austria es un ejemplo, país que directa e indirectamente dio parto a dos guerras mundiales, tierra tan influenciada también en todos los sentidos por las potencias que la rodean, hasta hoy el austriaco aún no sabe si es más alemán, más checo, más italiano, más suizo o húngaro…

Es interesante rescatar de la historia escrita, o lo que queda de ella, los aspectos que reúnen nuestros antepasados de nación, o de por lo menos de querer serla.

Ya desde inicios mismos de la colonia los propios criollos y mestizos echaron a patadas al segundo enviado de España, el cuasietnógrafo y excéntrico para su época, Alvar Nuñez Cabeza de Vaca. La voluntad popular de Asunción por medio del voto directo, en 1544 proclamó al mujeriego de Irala, Gobernador, el primero electo en toda la América. Podría ser el primer déspota también, pero valoramos el acto, la intención pues. Este hecho ya dividió a la población en dos facciones, los comunes, que votaron por Irala, y los leales, que cambiando la R por la L no variaban en nada su oferta.
Esta división traería luego en 1720 la primera revolución en América, la de los Comuneros, olvidada hasta en nuestros propios libros de “historia” y apenas nombrada en google o en la wikipedia. Antes que la norteamericana, antes que la francesa, la fuerza del común se hizo sentir en el corazón de America del Sur, Antequera, extranjero y luchador como un Che, fue nombrado “padre y defensor de la patria”. Pero no pudo con las tropas enviadas por Bruno de Zabala desde Buenos Aires, y menos con los jesuitas quienes armaron a sus reducciones para abatir la revolución antirealista. Pero luego de eso, y como epidemia, se levantaron en toda America los comunes, siendo recién a principios de 1780 la revuelta más sangrienta y más nombrada, la de Nueva Granada. Se estaba gestando la independencia, y nuestra nación había mostrado el camino. El común, el pueblo empezaba a hablar, y el leal, también estaba empezando a cambiar de collar con la nueva potencia de turno.

Fuimos la primera Republica conformada en America del Sur, republiqueta dirán algunos, pero si, teníamos claro eso, queríamos ser. En pleno periodo de la gesta libertadora, también echamos a patadas a la mano derecha de San Martin, el libertador del sur, Belgrano, recibido como un Mesías, con flores y palmas en las provincias del centro, litoral y norte argentino, lugar donde creó lo que después iba a ser la propia bandera argentina, tuvo antes de eso que abdicar ante las tropas del Paraguay, la única “provincia” que no caería en el saco de los oligarcas porteños. Tacuary y Cerro Porteño serían el símbolo de que éramos distintos, de que somos diferentes, de que por lo menos teníamos algo que decir, que hacer, pero nosotros mismos.

Con una frase del gran pensador Alberdi, quiero sintetizar un periodo de gobierno que considero progresista para su tiempo, en comparación a los otros cortos periodos latinoamericanos de independencia política ya sea bajo San Martín, Bolívar u O’Higgings; el periodo Francista: “…el aislamiento del Py se le atribuye al Dr Francia y a los Lopez, pero es obra de Buenos Aires,… desde propias tendencias liberales del Dr, a los tratados de libertad fluvial, libre comercio con Europa y la propia persecución política que se impone desde fuera…es que para luchar contra un poder más fuerte, contra los manejos subterráneos o conspiraciones que éste le suscitaba, el Py echo mano a la dictadura, estas reacciones fomentadas por Buenos Aires y por el imperio del Brasil exasperaron la dictadura y crearon su tiranía…”

Un país aislado, un país bloqueado, desde fuera terminaron de crear la después bautizada “isla rodeada de tierra”. El imperio esclavista del Brasil y la oligarquía ganadera argentina, que con sus “estancieros uniformados” rodearon al Paraguay con límites cada vez más juntos, más cercanos entre sí, minaron sus salidas y sus entradas, y una vez conquistado, lo parcelaron, lo volvieron a dividir más y también a limitarlo por dentro.

No quiero hablar de las guerras, ni de vencedores, ni vencidos, solo quiero rememorar la frase que justamente dos años antes del inicio de aquel genocidio, Berro, el Pte Oriental, se proclamaba diciendo: “Preciso es que la república se recogiese a llevar una vida propia, a separar sus cosas de las cosas extrañas, a nacionalizar, digamos así, su existencia y sus destinos, llevar un camino digno como el Paraguay”. Cita que nos condenaba, primero a la invasión de la cuña del plata, su gobierno, y luego al nuestro.

A partir de eso se entronó una minoría acomodada y extranjerizante, al servicio de las potencias regionales, y se acabó el aislamiento, desaparecieron los comuneros y los leales, se crearon dos partidos políticos, ambos por obra y gracia del Bernardino, líder de la Legión Paraguaya que liberó al propio país de los largos y terribles años de “asilamiento”, líder que fomentó el reclute de hombres para matar paraguayos y así salvarlos de los López.

A pesar de guerras civiles, de guerras con Bolivia y también mundiales, fue difícil levantar la cabeza de la nación en ese periodo. Un intento Febrerista de inconformes, a quienes yo calificaría como los nuevos comuneros, nacidos de la pseudovictoria en el Chaco, así como 125 años antes en Tacuary, quisieron poner su voz en la mesa de gobierno. La traición y la sed de poder ya instaurada en la cosmología mental de los gobernantes y las siempre presentes intenciones de los vecinos no dieron más de año y medio de vida a la revolución. Pero este movimiento unifico las fuerzas comuneras, las del pueblo, y en el 47 se tuvo que derramar bastante sangre para acallarlo, después de aquel pequeño intento de gobierno democrático con Morínigo, el presidente de la cajita de fósforos.

Luego de un periodo casi anárquico, de despoder, desembocamos en el gran único líder, que por 35 años nos migró hacia el este, y que sin dejar de ser perros, nos cambió el viejo collar porteño por uno nuevo: el rapai, y con Pto. Stroessner, Itaipu, el wisky escocés, la trilogía de Estado-FFAA-Partido nos trajo épocas de sumisión exagerada. Volaron cabezas, cuerpos, piernas, uretras, todo en pos de la paz y el progreso. Tiene similitud esto con el Dr. Francia? Mejor hago otra pregunta, de qué nos defendía el número 1 del partido colorado? De quiénes? En que se justificaba esta nueva venta y apresamiento del país?

Como vemos la historia del paraguay se divide en periodos aproximados de 60 años, los primeros casi monárquicos, con Francia y López, con una política económica nacional independiente, los siguientes 60 civiles, donde el mismo partido liberal se serruchaba el propio poder con guerras intestinas fomentadas por oligarquías que aún no se entendían, hasta que llegamos a la subida de Franco, Morínigo o Stroessner, donde se asume prácticamente un periodo militarizado de también 60 años hasta que termina el periodo de Rodríguez. A mediados de los 90 ingresamos al nuevo periodo, para donde vamos? Cómo lo denominaremos? Lino Oviedo continúa siendo un vestigio del periodo anterior? O pertenece este señor a la nueva generación de militares?

El paraguayo es un apátrida, me decía un compañero. Y quienes son los patriotas entonces? En venezuela se pasan esperando los aviones que vienen y van hacia Miami, aún con Chávez encima, La Gran Colombia fue repartida por antojos, Bolivia no debía de ser tampoco un país, La república de Río Grande do Sul, debería de ser el país mas rico de América pero no la soltaron. Y los Uruguayos qué? La misma provincia de Córdoba podría ser una nación parecida a la nuestra, los antojos no se dieron. Los porteños son descendencia de los barcos, y así mismo se rajan a Europa en el primer vuelo que pueden pagar.

Nosotros no tuvimos un libertador, por que quiero creer que fue un pueblo, el que quiso que sea lo que sucedió, un pueblo que nos dejó viva, hasta hoy, una lengua que nos identifica y nos nutre, díganme en qué país del mundo el no saber una lengua indígena produce tanta vergüenza, no manejarla es tan indigno como para llevar nuestro gentilicio.

Un país con experiencias de experimentos sociales más que interesantes, desde su fundación, pasando por toda la historia oficial, las reducciones, las dictaduras, desde las perpetuas y anacrónicas, hasta las posmodernas, recordemos que también tenemos metida en nuestra historia el loco intento de creación de propio país utópico ideado por los socialistas australianos a finales del siglo xix entre las zonas de más boscosas de Caaguazu y Caazapa, que habrá sido el único intento foráneo de levantar nuestro país, y esta experiencia no confundamos con los menonitas, cuya experiencia “fructuosa” la sostienen por su supuesta falta de amalgamiento con el paraguayo.

Lastimosamente todas esas revueltas siempre fueron opacadas por intereses y fuerzas extranjeras, por fuerzas reales leales. Pero empecemos a imaginar la próxima revuelta, que seguro, así como están las cosas en el mundo actual, el Paraguay no estará solo.

Debemos darnos cuenta de que poseemos el más rico historial de poder de la autogestión en toda Latinoamérica, de que llevamos en nuestra tierra el propio germen de la rebelión, de la inconformidad, solo que tras más de tres generaciones de descabezados y de selectos torturados será difícil, todavía, el cambio, y terminar con esta maldita “transición”.

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