Friday, March 01, 2013

VERSUS. Semillas del SUS

Big Brother-VERSUS. Porto Alegre. Brasil.
Imagínense que un día un país decide crear algo así como un ejército que tenga como principal y único objetivo proteger la salud de su población. Con sus instituciones, sus jerarquías, su orden y disciplina, todo a favor de entregar salud a su pueblo. O más, imagínense que un día, una sociedad decide crear una nueva religión, donde la mayor divinidad sea el bienestar y la salud de la misma sociedad. Con todas sus jerarquías, su orden, su disciplina, su fe a favor de dar salud al prójimo. O mucho más, imagínense que las dos cosas juntas suceden, y se crea un ejército con una religión propia, ambos con el mismo fin, con un sistema educativo, dependiente de este ejercito-religión, que desde la infancia moldea con mismo fin, la salud, el bienestar de todos y de todas. Una sociedad donde los niños controlan a sus padres a partir de las ideas que aprenden en sus escuelas, en la tele, en la radio, en la calle. Miles y miles de unidades de salud repartidas entre los barrios de las ciudades, miles y millones de agentes comunitarios de salud metiéndose en las casas y controlando que todo esté “bien”, que todo esté sano. Donde enfermar sea casi un delito. Qué parece esto? Un sueño idílico o una pesadilla orwelliana. Pues bien, esa fue una de las primeras percepciones  que tuve a medida que me acercaba más al Sistema Único de Salud del Brasil.

Intentar comprender el sistema de salud de un país-continente como es Brasil no puede reducirse a conferencias, a escuchar expertos en un par de horas, ni leerse la mejor enciclopedia sobre los sistemas de salud del mundo. Ni los que lo idearon deben ser capaces de reducir su complejidad al espacio interparietal que nos deja el cráneo. Sucede que casi siempre, los sistemas de salud son tan tan complejos que pasa a ser moralmente incorrecto perder el tiempo para explicárselo hasta a un mismo trabajador de la salud. Es más, los dioses de los medios de comunicación aconsejan que si Usted es un simple mortal, realmente no debería perder su tiempo, ellos (los medios) pueden entretenerte mejor y mostrarte lo que realmente es importante de un sistema público de salud, su ineficiencia.  

La experiencia del VER-SUS (Vivecias e Estagios na Realidade do SUS) es un momento primordial para cualquier simple mortal, trabajador de la salud o no, que desee conocer la inmensa tela de araña cosida y articulada entre las personas, instituciones, movimientos sociales y el gobierno. El VERSUS es una oportunidad de vivir el SUS como un observador dinámico, y si uno quiere: crítico. Palpar sus vicios, reconocer sus virtudes, perderse en los andares de hospitales antiguos y decadentes, hasta reencontrarse en la unidad básica de salud más moderna del barrio, preguntar, indagar, observar, recorrer, tocar, aproximarse de esta manera al SUS termina siendo una experiencia rica e maravillosa de fundamental formación en ciudadanía, algo que las academias ya olvidaron. Este formar personas que conozcan la lógica intrínseca de su sistema de salud, es un arma peligrosa, es una tremenda transferencia de poder. Más aún cuando el SUS, en su quinto y último principio propone al más revolucionario de todos, la Participación, el “Control Social”, una herramienta representativa de base territorial, que debe ser el alma motora y reguladora de los servicios que el SUS otorga.

Porongos. Mercado Público. Porto Alegre. Brasil.

El VERSUS empezó hace ya más de 10 años, se realiza cada 6 meses, y participan principalmente jóvenes universitarios de múltiples carreras. Hoy, si el SUS fuera un enorme porongo, los participantes del VERSUS serían miles de semillas de adentro, sus futuros reproductores, sus multiplicadores. Tanto críticos como defensores, hablarán con propiedad de él cuando vuelvan a su realidad cotidiana. Serán contaminadores de ese nuevo y virulento conocimiento, que no hace más que alimentar positivamente al propio SUS.

Por lo tanto, no es un ejército, porque las jerarquías son mucho más complejas, el colectivo siempre está por encima de lo individual, no hay liderazgos ni caudillos, así como a veces no cuenta con ese espíritu de cuerpo militar, el corporativismo aún lo carcome por dentro, pero al igual que un ejército está hecho para pelear una gran guerra. Tampoco es una religión, porque no hay dogmas, no hay verdades absolutas, se va construyendo en un proceso dinámico que a veces carga con contradicciones muy profundas, pero a pesar de todo eso,  se nutre de un auto-proceso de constante resiliencia y camina de la mano del corazón de la gente hacia algo también divino: la justicia y el bienestar para todo el Brasil.

Porto Alegre. Brasil. Marzo-2013